domingo, 26 de agosto de 2012

LO ESCRITO EN LA PIEDRA PERMANECE PARA SIEMPRE




“El espíritu -dice Hegel- convierte su en sí [esencia] en objeto para sí [para sí mismo como sujeto] y se hace así el objeto mismo, se junta con su objeto en uno [porque el sujeto es su propio objeto, ya que la esencia del sujeto es tomada como objeto]. De este modo el espíritu es en sí mismo en su otro [el otro del sujeto es el objeto, pero como el objeto es el mismo sujeto, el otro es él mismo]. Lo que el espíritu produce, su objeto, es él mismo. [...] En esta promoción [movimiento hacia adelante] se da una enajena­ción, una desunión; pero es la naturaleza del espíritu, de la Idea, enajenarse (alienarse), para volver a encontrarse de nuevo. [El espíritu es actividad. La actividad produce acciones, hechos, que son productos de la actividad y distintos de la actividad (otros). Pero a través de esos productos la actividad se hace y se reconoce a sí misma. El espíritu es lo que es a través de su otro]. Precisamente este movimiento es lo que se llama libertad pues decimos: es libre quien no depende de un otro, el que no sufre ninguna autoridad, lo que no se halla determinado por otro [Hegel entiende la libertad como autodeterminación]. [...] Solamente el pensar es la esfera donde toda alienación es elimina­da y donde el espíritu es absolutamente libre, es en sí mismo [porque en el pensar el objeto (lo pensado) es un otro que permanece dentro del mismo pensar y la otredad, lo ajeno, es recuperado completamente en la misma actividad]. Alcanzar este fin es el interés de la Idea, del pensar, de la Filoso­fía. [...] El espíritu debe conocerse a sí mismo, exteriori­zarse, tenerse a sí mismo por objeto, para que sepa lo que es, y para que él se produzca completamen­te, se convierta en objeto; que se descubra enteramente, que descienda a lo más profundo de sí mismo y lo descubra”[1].


[1] Hegel, G.W.F.: 1975a, pp. 60-3. Corchetes y cursivas nuestros. En este texto se anticipa la dialéctica del trabajo alienado que Marx desarrollará en los Manuscritos de 1844 (Cf. capítulo 19).

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La Filosofía enseña -dice- que todas las propiedades del espíritu existen sólo mediante la libertad, que todas son simples medios para la libertad, que todas buscan y producen la libertad. Es este un conocimiento de la Filosofía especulativa, que la libertad es la única cosa que tiene verdad en el espíritu. (...) Cuando el espíritu tiende a su centro, tiende a perfeccionar su libertad; y esta tenden­cia le es esencial”[1]



[1] Hegel, G.W.F.: Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid, Revista de Occidente, 1974b, p. 62.

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Citas de Aragüés Juan Manuel, Deleuze (1925-1995), Madrid, Ediciones del orto, 1998.

lo único que permanece es la voluntad de construir el pensamiento  p. 14

la pretensión deleuziana es la de encontrar los bordes de la filosofía occidental, los márgenes en los que el pensamiento ha podido huir de la imagen dominante del pensamiento, la que el califica como imagen dogmática del pensamiento. 17

A través de ellos [Platón, Aristóteles, Kant y Hegel] se ha perfilado una filosofía de la transcendencia y un pensamiento de lo Mismo en el que toda diferencia es remitida a mía reconciliación o condenada como anómala a la foucaultiana nave de los locos. 17

La imagen dogmática del pensamiento se caracteriza por tres rasgos, que Deleuze enuncia en su Nietzsche y la filosofía pero sobre los que volverá a lo largo de su obra. Estos tres rasgos son: 1° Pensar es el ejercicio natural de una facultad en el que debe expresarse el sentido común. A través del pensamiento es posible, si se efectúa de manera correcta, alcanzar la Verdad; El error es efecto de elementos extraños al pensamiento, tales como pasiones o intereses. Existe un pensar recto del que hemos sido desviados; 3° Basta con un método para pensar bien, el pensamiento no es sino una técnica que como tal debe ser correctamente aplicada (NF, 146). 17-18)
Los dos rasgos de la imagen dogmática del pensamiento son el trascendetalismo platónico y la dialéctica hegeliana.

«Andar con los pies en el aire -reprocha Deleuze a Marx- no es algo que un dialéctico pueda reprochar a otro, es el carácter fundamental de la propia dialéctica» (NF, 222). 20
La dialéctica no es un instrumento productivo, sino reproductivo, representativo. 20

El esclavo no quiere acabar con la relación amo-esclavo, sino que quiere ocupar otro lugar en esa relación. 21

«Las relaciones son interiores al Todo» 22
Por ello, tanto el señor como el esclavo hegelianos son débiles, por cuanto no son capaces de desarrollar toda su potencia, sino que se hallan presos en la red de unos papeles previamente establecidos. 22
Sólo la afirmación es capaz de encontrar la grieta que conduzca a un Exterior no totalizado, sólo la afirmación puede producir la desvinculación de una obra ya demasiado representada en sus diferentes versiones. 22

La producción de valores es una tarea afirmativa en la que, desde la inmanencia de uno mismo frente a la transcendencia del Todo, el sujeto se expresa en su potencia, sin un papel previamente definido, más que el de dar rienda suelta a su propio ser. 22-23 ¿?
donde aparece la Diferencia, cuya aparición resulta imposible en el seno de la dialéctica 23

La nueva imagen del pensamiento se caracteriza, fundamentalmente, por su carácter productivo, afirmativo. 26
el filosofar es la tarea misma de producción de la verdad. 26
el pensar se produce desde unas determinadas condiciones de posibilidad, pues, tal como recuerda
Mengue, «el pensamiento no piensa más que forzado» (Mengue, 122). 27



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¡Luchemos contra el imperialismo cultural!

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La democracia [o la política] no es ni esa forma de gobierno que permite a la oligarquía reinar en nombre del pueblo, ni esa forma de sociedad regida por el poder de la mercancía. Es la acción que sin cesar arranca a los gobiernos oligárquicos el monopolio de la vida pública,  a la riqueza, la omnipotencia sobre las vidas. Es la potencia que debe batirse, hoy más que nunca, contra la confusión de estos poderes en una sola y misma ley de dominación. […] La democracia está tan desnuda en su relación con el poder de la riqueza como con el poder de la filiación, que hoy viene a secundarlo o a desafiarlo. No se funda en ninguna naturaleza de las cosas ni está garantizado por ninguna forma institucional. No la acarrea ninguna necesidad histórica y ella misma no es vehículo de ninguna. Solo se confía en la constancia de sus propios actos. Hay motivos para que la cosa dé miedo, y por lo tanto odio, en quienes están habituados a ejercer el magisterio del pensamiento. Pero en los que saben compartir con cualquiera el poder igual de la inteligencia puede suscitar, a la inversa, coraje y, por lo tanto, alegría.
Rancière, J., El odio a la democracia, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2006, pp. 136-38.
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“El arte emana del sentimiento de que la vida del más acá [terrena] es la verdadera vida , de que lo finito es lo infinito; emana del entusiasmo por un ser determinado, real, en tanto que el ser supremo, en tanto que el ser divino”.Feuerbach, L. Tesis provisionales para la reforma de la filosofia, p. 70.

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“Todo Estado es oligárquico. […] Vivimos en Estados de derecho oligárquicos, es decir, en Estados donde el poder de la oligarquía está delimitado por el doble reconocimiento de la soberanía popular y de las libertades individuales”
                                 RANCIERE, J., El odio a la democracia, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2006

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Citas de la Ciencia de la Lógica de G. W. F. Hegel:
La ciencia pura presupone en consecuencia la liberación con respecto a la oposición de la conciencia [y su objeto]. Ella contiene el pensamiento, en cuanto éste es también la cosa en sí misma, o bien contiene la cosa en sí, en cuanto ésta es también el pensamiento puro . Como ciencia, la verdad es la pura autoconciencia que se desarrolla, y tiene la forma de sí misma, es decir que lo que es en sí y para sí es concepto sabido, pero el concepto como tal es lo que es en sí y para sí.
Hegel
“’Pensar’ es una expresión que aplica con preferencia a la conciencia la determinación contenida en ella . Pero, cuando se dice que hay en el mundo objetivo entendimiento y razón , que el espíritu y la natu¬raleza tienen leyes universales, según las cuales se realizan su vida y modificaciones, se acepta que las determinaciones del pensamiento tienen asimismo valor y existencia objetivos”.
“La realidad de algo sólo está en su concepto ; en cuanto es distinto de su concepto, cesa de ser real y se convierte en algo nulo . Su aspecto de palpabilidad y su sensible ser fuera de sí pertenecen a este lado negativo”.

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Citas de La dialéctica de la naturaleza de F. Engels
“…aquella vacua teleología wolffiana según la cual los gatos habían sido creados para comerse a los ratones, los ratones para ser comidos por los gatos y la naturaleza toda para poner de manifiesto la sabiduría del creador”. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, pp. 7-8)
Tal parece como si en la ciencia se quisiera aplicar también ese postulado del Estado moderno según el cual se supone a todo ciudadano con capacidad para juzgar acerca de cuantos problemas se someten a su voto o el postulado de la economía en el que se parte de que todo consumidor conoce al dedillo cuantas mercancías necesita adquirir para su sustento. Todo el mundo puede, al parecer, escribir acerca de todo, y en eso consiste cabalmente la “libertad de la ciencia”: en escribir con especial desahogo de cosas que se ignoran en absoluto, considerando esto como el único método científico verdaderamente riguroso. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, pp. 21-22).
…el pensamiento teórico sólo es un don natural en lo que a la capacidad se refiere. Esta capacidad tiene que ser cultivada y desarrollada; y, hasta hoy, no existe otro medio para su cultivo y desarrollo que el estudio de la historia de la filosofía. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 23).
Por lo que a la dialéctica se refiere, hasta hoy sólo ha sido investigada detenidamente por dos pensadores: Aristóteles y Hegel. Y la dialéctica es, precisamente, la forma más cumplida y cabal de pensamiento para las modernas ciencias naturales, ya que es la única que nos brinda la analogía y, por tanto, el método para explicar los procesos de desarrollo de la naturaleza, para comprender, en sus rasgos generales, sus nexos y el tránsito de uno a otro campo de investigación. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, pp. 23-24).
>Pero una nación que quiera mantenerse a la altura de la ciencia no puede desenvolverse sin contar con un pensamiento teórico. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, pp. 25).
Hoy, todos estamos de acuerdo en que la ciencia, cualquiera que ella sea, natural o histórica, tiene necesariamente que partir de los hechos dados y, por tanto, tratándose de ciencias naturales, de las diversas formas objetivas de movimiento de la materia;* estamos de acuerdo, por consiguiente, en que en las ciencias naturales teóricas no vale construir concatenaciones para imponérselas a los hechos, sino que hay que descubrirlas en éstos y, una vez descubiertas, y siempre y cuando que ello sea posible, demostrarlas sobre la experiencia. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 27).
…ley del trueque de la cantidad en cualidad, y viceversa; (en la primera parte de la Lógica, en la teoría del Ser) ley de la penetración de los contrarios; (ocupa toda la segunda  parte, con mucho la más importante de todas, de su Lógica, la teoría de la Esencia) ley de la negación de la negación. (figura como la ley fundamental que preside la estructura de todo el sistema) (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 41).
I. Ley del trueque de la cantidad en cualidad, y viceversa. Podemos expresar esta ley, para nuestro propósito, diciendo que, en la naturaleza, y de un modo claramente establecido para cada caso singular, los cambios cualitativos sólo pueden producirse mediante la adición o sustracción cuantitativas de materia o de movimiento (de lo que se llama energía). (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 42).
“Así, por ejemplo, vemos que el grado de temperatura del agua es, al principio, indiferente por lo que se refiere a su fluidez líquida; pero, al aumentar o disminuir la temperatura del agua fluida, se llega a un punto en el que este estado de cohesión cambia y el agua se convierte, de una parte, en vapor y de otra parte en hielo” (Hegel, Enzyklopädie, Obras completas, tomo VI, pág. 217, citado por Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 44)
En una palabra, las llamadas constantes de la física no son, en la mayoría de los casos, otra cosa que indicaciones de puntos nodulares en que el «cambio», la adición o sustracción cuantitativa de movimiento, provoca un cambio cualitativo en el estado del cuerpo de que se trata; en que, por tanto, la cantidad se trueca en cualidad. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 44)
Podríamos decir que la química es la ciencia de los cambios cualitativos de los cuerpos como consecuencia de los cambios operados en su composición cuantitativa. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 44)
El movimiento, en el sentido más general de la palabra, concebido como una modalidad o un atributo de la materia, abarca todos y cada uno de los cambios y procesos que se operan en el universo, desde el simple desplazamiento de lugar hasta el pensamiento. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 47)
La forma fundamental de todo movimiento es, según esto, la aproximación o el alejamiento, la contracción o la expansión; en una palabra, la vieja contraposición polar de atracción y repulsión. Hay que advertir expresamente que la atracción y la repulsión no se conciben, aquí, como lo que se llama “fuerzas”, sino como simples formas de movimiento. No en vano Kant concebía ya la materia como la unidad de atracción y repulsión. Qué ocurre con las “fuerzas”, lo veremos más adelante. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 49).
La idea de fuerza está tomada, como todo el mundo reconoce (desde Hegel hasta Helmholtz), de las actividades del organismo humano dentro de su medio. En este sentido, hablamos de la fuerza muscular, de la fuerza de levantamiento del brazo, de la fuerza de la pierna para saltar, de la fuerza digestiva del estómago y del intestino, de la fuerza sensitiva de los nervios, de la fuerza secretiva de las glándulas, etc. En otras palabras, para ahorrarnos el trabajo de indicar la causa real de un cambio provocado por una función de nuestro organismo, le atribuimos otra ficticia, una llamada fuerza en consonancia con el cambio que se opera. Este cómodo método lo trasladamos luego al mundo exterior e inventamos, así, tantas fuerzas como fenómenos existen.
En esta fase tan simplista se encontraban las ciencias naturales (exceptuando tal vez la mecánica celeste y terrestre) todavía en tiempo de Hegel, quien tronaba con toda razón contra la manera que entonces se seguía para indicar las fuerzas (citar el pasaje).8 Y lo mismo, en otro lugar: “Vale más (decir) que el imán tiene un alma” (a la manera como se expresa Tales) “que decir que posee la fuerza de la atracción; la fuerza es una especie de propiedad separable de la materia, que se representa como un predicado; en cambio, el alma es este movimiento suyo, idéntico a la naturaleza de la materia” (Geschichte der Philosophie, I, pág. 208). (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p. 57).
Todos los procesos de la naturaleza tienen dos caras, puesto que descansan sobre la relación entre dos partes actuantes, por lo menos, la acción y la reacción. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p.  59)

Lo que demuestra, en efecto; que las leyes del pensamiento y las leyes naturales coinciden necesariamente entre sí cuando se las conoce de un modo certero. (Engels, F., Dialéctica de la naturaleza, www.infotematica.com.ar, p.  191).
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¡Un filósofo no se equivoca nunca! […] Para sí misma, la filosofía no se equivoca nunca. No existe el error en filosofía.
Pero las cuestiones filosóficas no son los problemas científicos. […] La filosofía interviene de otro modo: enunciando tesis que contribuyan a desbrozar el camino para un correcto planteamiento de esos problemas.
La filosofía no es una ciencia, ni mucho menos la ciencia, ni la ciencia de la crisis de las ciencias, ni la ciencia del Todo.
Tesis 13: La filosofía se encarga de enunciar Tesis que reúnen y producen categorías filosóficas, y no conceptos científicos .
Precisamente para salirnos del árido terreno de las Tesis, lo mejor es demostrar su funcionamiento con un ejemplo. No será un ejemplo ilustrativo: la filosofía no ilustra, no se aplica, La filosofía se ejerce”.
La interdisciplinariedad … aparece, pues, como lo contrario de la división del trabajo.
No es suficiente enunciar Tesis sobre la filosofía ni mostrar cómo ésta ‘funciona’ para dar por solucionado el problema.
No se puede escapar radicalmente al círculo de la filosofía.
He afirmado que las proposiciones filosóficas, a diferencia de las proposiciones científicas que se denominan verdaderas cuando han sido probadas o demostradas, se consideran correctas (o no). También he señalado que lo verdadero se refiere al conocimiento, mientras que lo ‘correcto’ se refiere a la práctica.
Pero cuando Lenin distingue entre guerras justas, correctas, y guerras injustas, no correctas, se refiere a si son o no correctas (justes): habla de una línea correcta, de la correcta comprensión del carácter de las guerras en función de su significación de clase. No cabe duda de que una guerra políticamente correcta la hacen combatientes que sienten también la pasión por la justicia, pero no es simplemente la justicia (noción ideológica en y bajo la cual esos combatientes ‘viven’ su relación con sus condiciones de existencia y con sus luchas) lo que hace para Lenin que una guerra sea o no correcta. Una guerra es correcta cuando va pareja con una posición y una línea correctas, en la coyuntura de una relación de fuerzas dada: como intervención práctica en el sentido de la lucha de clases, correcta en tanto que acorde con éste.
¿Qué distingue lo ‘correcto’ de lo ‘verdadero’?
Una Autoridad… el Juez… la corrección de la que hablamos no está preestablecida, no preexiste al ir acorde con (ajustement), sino que es su resultado.
¿Qué significa teórica? El dominio de la teoría abarca el conjunto de las ciencias y de la filosofía. La filosofía, por lo tanto, forma parte de la misma coyuntura en la que interviene: está en esa coyuntura, está en el ‘Todo’.
¿No consistirá el secreto de la filosofía en repetir, con otras palabras, con las mismas palabras, lo que está ya inscrito en la realidad, y por lo tanto en modificar ‘palabras’ sin producir nada nuevo? Cierto, la filosofía actúa modificando palabras, y sus conexiones. Pero se trata de palabras teóricas, y es precisamente esta diferencia de palabras lo que hace aparecer, lo que permite ver algo nuevo en la realidad, algo que antes estaba recubierto, escondido.
Tesis 23: La distinción entre lo científico y lo ideológico es interior a la filosofía. Es el resultado de la intervención filosófica. La filosofía es una misma cosa con su resultado, que constituye el efecto-filosofía. El efecto-filosofía es distinto del efecto de conocimiento (producido por las ciencias).
La relación de la filosofía con las ciencias constituye la determinación específica de la filosofía.
La determinación específica, la que le es propia, porque sólo a ella le pertenece.
Si prescindiera de su relación con las ciencias la filosofía no podría existir.
Es preciso saber que existe en filosofía toda una tradición que se alimenta sólo de la explotación ideológica de los sufrimientos humanos, de los enfermos y de los muertos, de la paz, de los cataclismos y de las guerras, y que se lanza sobre todas las crisis, también cuando éstas afectan a las ciencias.
Los científicos deben, por encima de cualquier otra coas, contar con sus propias fuerzas…
Nuestro problema fundamental: ¿qué pasa con la filosofía?
La inmensa mayoría de las filosofías conocidas en la historia de la filosofía, siempre han explotado las ciencias (y no solamente sus fracasos) en provecho de los ‘valores’ (término provisional) de las ideologías prácticas: religiosa, moral, política, jurídica, estética, etc. Esta es una de las características esenciales del idealismo.
La historia de la filosofía ‘procede’ de muy distinta manera: mediante la lucha por el dominio de las nuevas modalidades filosóficas sobre las anteriores, que a su vez eran antes dominantes. La historia de la filosofía es una lucha entre tendencias, materializadas en las diversas formaciones filosóficas, y es siempre una lucha por dominar. Pero la paradoja está en que esa lucha solamente conduce a la sustitución de una dominación por otra y no a la eliminación pura y simple de una formación pasada (como si fuera un error, ya que en filosofía no existe el error en el sentido en que esta palabra se emplea en las ciencias), des decir, la del adversario. El adversario nunca es totalmente vencido, nuca es, por consiguiente, totalmente eliminado, totalmente borrado de la existencia histórica. Es simplemente, dominado, y subsiste bajo el dominio de la nueva formación filosófica que, tras larga batalla, la ha destituido de su puesto: subsiste como formación filosófica dominada dispuesta naturalmente a resurgir por poco que la coyuntura se lo permita y se lo indique.
Esta teoría del conocimiento que desemboca inevitablemente en una filosofía de la ciencia, en la que la filosofía ‘dicta’ la ‘verdad’ en la ciencia, ‘la verdad’ de la ciencia.
Puede afirmarse que toda la filosofía burguesa … no es más que la repetición y el comentario filosófico de la ideología jurídica burguesa.
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¿De qué manera justifica usted esa distinción entre ciencia y filosofía en la teoría marxista?
Le respondo enunciando algunas tesis esquemáticas y provisorias.
l. La fusión de la teoría marxista y el movimiento obrero es el mayor acontecimiento de toda la historia de la lucha de clases y prácticamente, por lo tanto, de toda la historia humana (primeros efectos: las revoluciones socialistas).
2. La teoría marxista (ciencia y filosofía) representa una revolución sin precedentes en la historia del conocimiento humano.
3. Marx fundó una ciencia nueva: la ciencia de la historia. Voy a usar una imagen. Las ciencias que conocemos operan sobre algunos grandes “continentes”. Antes de Marx habían sido abiertos al conocimiento científico dos de esos continentes: el continente de la Matemática y el de la Física. El primero fue abierto por los griegos (Tales) y el segundo por Galileo. Marx abrió al conocimiento científico un tercer continente: el de la Historia.
4. La apertura de este nuevo continente ha provocada una revolución en la filosofía. Es una ley: la filosofía siempre está ligada a las ciencias. La filosofía nació (Platón) con la apertura del continente de la Matemática. Fue transformada (Descartes) por la apertura del continente de la Física. Actualmente es revolucionada por la apertura del continente de la Historia hecha por Marx. Esta revolución se llama materialismo dialéctico.
Las transformaciones de la filosofía siempre son un eco de los grandes descubrimientos científicos. Ellas se producen, esencialmente, después de éstos. Ésta es la razón por la cual en la teoría marxista la filosofía está en retraso con relación a la ciencia. Hay otras razones que todo el mundo conoce. Pero en la actualidad ésta es la razón dominante.
5. En su conjunto sólo los militantes obreros reconocieron la perspectiva revolucionaria del descubrimiento científico de Marx. A causa de ello su práctica política fue transformada. Éste fue el mayor escándalo teórico de la historia contemporánea.
Por el contrario, los intelectuales en su conjunto, a pesar de ser éste su “oficio” (especialistas en ciencias humanas, filósofos) no reconocieron verdaderamente o se negaron a reconocer la perspectiva inaudita del descubrimiento científico de Marx, al que condenaron y despreciaron, al que desfiguran cuando se refieren a él.
Salvo excepciones están aún hoy ocupados en “bricoler” en economía política, en sociología, en etnología, en “antropología”, en “psico-sociología”, etc., etc … cien años
después de El capital; de la misma manera que los “físicos” aristotélicos se ocupaban de “bricoler” en física cincuenta años después de Galileo. Sus “teorías” son antigüedades ideológicas rejuvenecidas con una gran cantidad de sutilezas intelectuales y técnicas matemáticas ultra modernas. Pero este escándalo teórico no es totalmente un escándala. Es un efecto de la lucha de clases ideológica: pues la ideología burguesa, la “cultura” burguesa, es la que está en el poder y ejerce la “hegemonía”. En su conjunto los intelectuales, incluso numerosos intelectuales comunistas y marxistas, están, salvo algunas excepciones, dominados en sus teorías por la ideología burguesa. Salvo excepciones lo mismo ocurre en las “ciencias humanas”.
6. La misma situación escandalosa encontramos en filosofía. ¿Quién ha comprendido la prodigiosa revolución filosófica provocada por el descubrimiento de Marx? Sólo los militantes o dirigentes proletarios. Los filósofos de oficio, en su conjunto, no la han ni siquiera sospechado. Cuando hablan de Marx siempre es, salvo rarísimas excepciones, para combatirlo, condenarlo, “digerirlo”, explotarlo o revisarlo.
Aquellos que defendieron el materialismo dialéctico, como Engels y Lenin, son tratados como si fuesen nulidades filosóficas. El verdadero escándalo es que algunos filósofos marxistas ceden, en nombre del “anti-dogmatismo”, al mismo contagio. Pero también aquí, y por la misma razón, se trata de un efecto de la lucha de clases ideológica. Pues la ideología burguesa, la “cultura” burguesa, es la que está en el poder.
7. Las principales tareas del movimiento comunista en la teoría son: -reconocer y conocer la perspectiva teórica revolucionaria de la ciencia y la filosofía marxista-leninista; -luchar contra la concepción del mundo burgués y pequeñoburgués, que siempre amenaza la teoría marxista y que actualmente la penetra profundamente. La forma general de esta concepción del mundo burgués es la siguiente: el Economismo (en la actualidad el “tecnocratismo”) y su “complemento espiritual” el Idealismo Moral (actualmente el “Humanismo”). El Economismo y el Idealismo Moral representan la pareja fundamental de la concepción del mundo burgués desde los orígenes de la burguesía. La forma filosófica actual de esta concepción del mundo es el neo-positivismo y su “complemento espiritual” el subjetivismo fenomenológico-existencialista. La variante propia de las ciencias humanas es la ideología denominada “estructuralista”; -conquistar para la ciencia la mayoría de las ciencias humanas y ante todo las ciencias sociales que, salvo excepciones, ocupan por impostura el continente de la Historia, del cual Marx nos dio las claves; -desarrollar con el rigor y la audacia que se requieran la nueva ciencia y la nueva filosofía, ligándolas a las exigencias e invenciones de la práctica de la lucha de clases revolucionaria.
En la teoría el eslabón decisivo actual es la filosofía marxista-leninista.
(Althusser, L., La filosofía como arma de la revolución, México, Siglo XXI, 2005, pp. 14-15)



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“...los intereses foráneos tenían su aliado natural en la burguesía comercial de Buenos Aires, dispuesta a enriquecerse como intermediaria de un comercio sin restricciones en Europa y con el usufructo de las rentas de la Aduana de Buenos Aires”
 
Cooke, J. W.: Apuntes para la militancia, Buenos Aires, Schapire Editor, 1972, p. 42.



CITAS DE PADURA A., Adiós a Hemingway


“Logró, sin embargo, apartar la vista de los senos y fijarse en cómo, a través del tejido negro y leve del blúmer, se entreveía una oscuridad más alarmante”

“aquel viaje a los cielos del deseo”

“mientras se inventaba para sí mismo aventuras épicas, escribía historias de perdedores, afiladas y endurecidas, y ganaba con ellas miles de dólares, buenos para tener yate, finca en La Habana, cacerías en África y vacaciones en París y Venecia. Él quería enfrentarse al dios tronante, y no al anciano enflaquecido, desmemoriado por los electroshocks, a quien se le negaba todo lo que había sido en su vida y hasta lo que más había amado: incluso el alcohol y la literatura”

“capaz de vencer a golpes de imaginación la dura realidad racionada de una isla rodeada”

“falta de pintura, cemento y otros ingredientes se le echaba encima a las casas, pero también a su corazón. ¿Hacia dónde vamos, adonde coño hemos llegado…? Aquella realidad devastadora que ahora veía”

 “Le indignaba que lo hubieran acusado de vivir en Cuba porque resultaba más barato y porque él era como todos los americanos, superficiales y prepotentes, que iban por el mundo comprando con sus dólares lo que estuviera en venta”

“sí de algo estaba seguro era de que no quería vivir ni bajo una dictadura católico-fascista ni en su propio país, dominado por un conservadurismo cuasi fascista”

“Entonces comprendía que su amor por aquellos objetos, gracias a los cuales ahora vivía y de los que a lo largo de los años había obtenido una felicidad diferente a todas las otras modalidades posibles de la felicidad, era una de las cosas más importantes de su vida, en la cual cada vez quedaban menos cosas importantes, y las empezó a contar: la amistad, el café, el cigarro, el ron, hacer el amor “de vez en cuando —ay, Támara, ay, Ava Gardner— y la literatura. Y los libros, claro, sumó al final.”

“Algo parecía funcionar en la isla, pero sólo algo"

“Los masai solían decir que un hombre solo no vale nada. Pero lo que mejor habían aprendido los masai en siglos de convivencia con las peligrosas sabanas de su tierra es que un hombre, sin su lanza, vale menos que nada.”

“hasta que una ola lo envolvió y lo alejó hacia esa zona oscura donde sólo es posible ver algo con los ojos de la memoria y el deseo.”


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INTRODUCCION A LAS OBRAS DE KLEIST

“todos sus personajes serán juguetes de la casualidad, marionetas del destino cuyas vidas son sacudidas de modo violento por un acontecer imprevisible”.
“su incapacidad para la charla intrascendente y convencional le conducen al aislamiento”.

“A partir de aquí Kleist comienza a verse y plasmarse como un juguete del destino: «Ay, Wilhelmine, nos creemos libres y el azar omnipotente nos lleva de mil hilos sutilísimos». Los antecedentes últimos de esta idea del destino se encuentran en la tragedia griega, pero también será la fuerza dominante en sus tragedias, comedias y relatos”.

“Aunque Kleist quiera abandonar su clase, sus relaciones se mueven dentro de ella”.

“«La verdad es que encuentro bello lo que me imagino, no lo que realizo. Si fuese útil para alguna otra tarea, la abrazaría con gusto y de todo corazón: escribo únicamente porque no puedo dejarlo”.

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"¿Qué quieren de nosotros estas amazonas?" (Kleist, Pentesilea, p. 13)

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Yo pensaba que no existe en la naturaleza más que la fuerza y lo que la resiste, no hay tercera vía. (Kleist, Pentesilea, p. 16)

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¡Ah, como se agita alegremente el caos! (Kleist, Pentesilea, p. 27)

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No se nace con una ciencia de las relaciones. …[Los hombres] cuando nacen están a merced de los encuentros. …Es lo que se llama estado de naturaleza. …estado de naturaleza quiere decir precisamente ser arrojado al mundo. Es decir, vivimos a merced de los encuentros”.[1]


[1] Deleuze, G., En medio de Spinoza, Buenos Aires, Cactus, 2008, p. 247.

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De las promesas, de la imposibilidad de cumplirlas y del perdón

De El mercader de Venecia de W. Shakespeare, en Shakespeare, W., Obras inmortales, EDAF, Madrid, 1968, pp. 187-261.

Criar un animal al que le sea lícito hacer promesas –– ¿no es precisamente esta misma paradójica tarea la que la naturaleza se ha propuesto con respecto al hombre? ¿No es éste el auténtico problema del hombre?...
Nietzsche, F., Genealogía de la moral, Tratado segundo, 1.

No entiendo la causa de mi tristeza. A vosotros y a mí igualmente nos fatiga, pero no sé cuándo ni dónde ni de qué manera la adquirí, ni de qué origen mana. Tanto se ha apoderado de mis sentidos la tristeza, que ni aun acierto a conocerme a mí mismo. […] Graciano, el mundo me parece lo que es: un teatro, en que cada uno hace un papel. El mío es… bien triste.
Salanio indaga las causas de la tristeza: si no está preocupado por la posibilidad de perder su fortuna tiene que ser a causa del amor y si no es así, es por azar (“estás triste porque no estás alegre”).

En Belmonte hay una rica heredera. Es hermosísima, y además un portento de virtud” [verdadero, bello, bueno]. Y Lorenzo dice de Jéssica: “La amaré eternamente por hermosa, discreta y fiel”. La belleza-hermosura es común. La virtud se ha trocado en fidelidad y la riqueza en discreción.

Sylock: [respecto a Antonio] Le aborrezco porque es cristiano y además por el necio alarde que hace de prestar dinero sin interés, con lo cual está arruinando la usura en Venecia. Si alguna vez cae en mis manos, yo saciaré en él todos mis odios. Sé que es grande enemigo de nuestra santa nación, y en las reuniones de los mercaderes me llena de insultos, llamando vil usura a mis honrados tratos. ¡Por la vida de mi tribu, que no le he de perdonar!

El primero en romper su palabra es Antonio que ni presta ni pide prestado [a usura] “por servir a un amigo”.

Antonio insultó a Sylock por prestar a usura. Y dice que lo volverá a hacer. Que le preste el dinero no porque sea su amigo sino como un enemigo al que se le presta para poder vengarse a gusto si falta al contrato. …Si un judío ofende a un cristiano, ¿no se venga éste, a pesar de su cristiana caridad? […] Le atormentaré. Me he de vengar con creces. […] Si no paga la fianza, le sacaré las entrañas…

El hado tiene la culpa, y él es quien debe pagarla e ir al infierno, yo no.

Porcia: Todo os lo doy con este anillo. Si algún día lo destruís o perdéis será indicio de que habéis perdido mi amor y podré reprenderos por tan grave falta.

Salanio: Es el perro más abominable de los que deshonran al género humano.

Lanzarote: Si, porque habéis de saber que Dios castiga en los hijos las culpas de los padres: por eso os tengo lástima.

Efectos de antipatía que todo lo gobierna.

Sylock: yo cargo con la responsabilidad de mis actos. Pido que se ejecute la ley y que se cumpla el contrato.

Porcia: Por lo mismo la quiero, y nada más aceptaré. Tengo capricho en poseerla.
[Este es el centro de la tragedia. ¿Por qué este capricho? ¿Por qué quiere poner a prueba la promesa de amor, forzando su quebrantamiento? ¿Por qué habría que mantener las promesas más allá del sentido común? El sentido común le señala a Sylock que es mejor que le devuelvan lo prestado (el doble o el triple) que una libra de carne del enemigo. El sentido común le dice a Porcia que un anillo sin valor es una paga razonable para un abogado que se ha encaprichado con él después de salvar la vida de un amigo entrañable. ¿No muestran estas pruebas al que prometió una desconfianza por parte del beneficiario de la promesa? ¿No es esta desconfianza la contrapartida de la promesa? ¿No crea la promesa misma esta desconfianza al saberse incumplible/irrealizable/imposible? La última frase de la obra es una promesa: “Lo juro por mi honor; mientras viva, no perderé el anillo de Nerissa”.

Porcia: Luego nos harán mil juramentos de que a hombres y no a mujeres entregaron sus anillos, pero nosotras los desmentiremos, y si juran juraremos más que ellos. No te detengas, te espero donde sabes.

Jéssica: En aquella noche juró Lorenzo que la amaba con amor constante, y la engañó con mil falsos juramentos. [Los que juran y prometen son los varones. Las que toman las decisiones que abren a lo nuevo son las mujeres, como contrapartida de los juramentos que son la única seguridad para su línea de fuga]

Porcia: ¿Qué cuestión es ésta?
Graciano: Todo es por un anillo, un mal anillo de oro que ella me dio, con sus letras grabadas que decían: “Nunca olvides mi amor”. [Graciano dice que no ha roto la promesa de amor, que sólo ha cedido el símbolo que lo representaba. Nerissa le reprocha que no se trata del anillo ni de la inscripción sino de la promesa incumplida. Cumplir la promesa es el signo del amor. Si no se cumplió la promesa, no hay ya amor, debe haberse enamorado de otra y por eso es evidente que a quien se lo dio es mujer (“Dios sabe que a ese pasante nunca le saldrán barbas”)]

¿Por qué Shakespeare recurre a estas relaciones en paralelo a niveles diversos (Porcia-Basanio, Nerissa-Graciano, Jéssica-Lorenzo) en las que las cosas suceden siempre dos veces.

Porcia: …Y juro a Dios que no he de ocupar tu lecho hasta que me muestres el anillo. [Ella sabe que no puede mostrarle el anillo que le exige. Como Lisístrata se niega a coger pero no como un acto político para detener la guerra sino como una exigencia imposible, ética]
Sin duda diste el anillo a alguna dama.
La trama es muy perversa. Porcia sabe que ella se había disfrazado de letrado y que Basanio no la había reconocido. Sabe que forzó a Basanio a darle el anillo de la promesa. Sabe que Basanio no la engañó con otra. Lo acusa de haber roto la promesa y de haberla engañado con otra mujer, sabiendo que Basanio creía que el letrado era un varón y que en realidad era ella misma disfrazada. Es decir, era en realidad una mujer, ¡pero no era otra mujer!

Basanio no puede refutar ninguna de las sospechas aunque trata de explicarse:
Basanio: …Tuve que dárselo; la gratitud y la cortesía me mandaban hacerlo. Perdóname, señora.
Ella no acepta el pedido de perdón. Condena la ruptura de la promesa y sentencia la venganza:
Porcia: ¡Nunca se acerque él [Basanio] a mi casa! …seré tan liberal como tú [Basanio]; no le [al letrado] negaré nada, ni siquiera mi persona ni tu lecho.


Basanio insiste con el único recurso que le queda, pero para eso debe reafirmar la promesa que se ha visto forzado a incumplir:
Perdón, Porcia, te he ofendido… ¡Perdóname, por Dios! ¡Te juro que en mi vida volveré a faltar a ninguna palabra que te dé!

Antonio: Una vez empeñé mi cuerpo en servicio suyo… Yo empeño de nuevo mi palabra de que Basanio no volverá a faltar a sus promesas, a lo menos a sabiendas. [Antonio pone su cuerpo como fianza dos veces, sabiendo que la primera no se había podido cumplir. Y Porcia sólo acepta la nueva promesa cuando Antonio se pone en garante. Entrega el anillo y descubre toda la trama. Podría haberla mantenido oculta ¿Por qué la descubre?]
Cuando Basanio reconoce el anillo, Porcia le dice: Él (el juez) me lo entregó. ¡Perdón, Basanio! Yo le concedí favores por ese anillo. [Es cruel, le miente al afirmar que se acostó con el otro (que Basanio ignora que no existe, que es ella misma] También Nerissa: ¡Perdón, Graciano! El rapazuelo del pasante me gozó ayer en pago de este anillo.
Graciano: ¿Ya tenemos cuernos, sin merecerlos? [¿hay cuernos merecidos?]

Graciano: Si fuera de día, yo sería el primero en desear que apareciese la estrella de la tarde para acostarme con el pasante del letrado. [Graciano es la expresión más simple del deseo. Desea acostarse con Nerissa. “Lo que queremos es coger”, dice el personaje de Lisístrata. Dice “con el pasante del letrado”, mostrando que ha comprendido la trama oculta que ahora se les revela. Pero también manteniendo la ambigüedad del deseo mismo (perverso, polimorfo)].



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CORO DE ANCIANOS.
Zeus, ¿cómo podemos tratar a estos monstruos?
Aristófanes, Lisístrata, 476.



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Λυσιστράτη
βινητιωμεν, ή βραάχιστον του λογου
Aristófanes, Lisístrata, 715


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άλλά βινειν βούλομαι
Aristófanes, Lisístrata, 934




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EL AFAN DE VERDAD PODRÍA OCULTAR AFÁN DE MUERTE 
Nietzsche GS p 172

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DEL "GORGIAS" DE PLATÓN

SÓCRATES. - Acabas, Callicles, de exponer tu opinión con mucho arranque y desenfado; te explicas claramente sobre cosas que los demás piensan, es cierto, pero que no se atreven a decir. Te conjuro a que no aflojes en manera alguna, con el fin de que veamos en claro el género de vida que es preciso arrastrar. Dime, ¿sostienes que para hacer tal como debe uno ser, no es preciso reñir con sus pasiones, sino antes bien dejarlas que crezcan cuanto sea posible, y procurar por otra parte satisfacerlas, y que en esto consiste la virtud?
CALLICLES. - Sí, lo sostengo.
SÓCRATES. - Sentado esto, resulta que es un gran error el decir que los que no tienen necesidad de nada son dichosos.
CALLICLES. - De otro modo, nada sería más dichoso que las piedras y los cadáveres.
SÓCRATES. - Pero aun así sería una vida terrible esa de que hablas. En verdad, no me sorprendería que lo que dice Eurípides fuese cierto: ¿Quién sabe si la vida es para nosotros una muerte y la muerte una vida? Quizá nosotros no morimos realmente como he oído decir a un sabio, que pretendía que nuestra vida actual es una muerte y nuestro cuerpo una tumba, y que esta parte del alma donde residen las pasiones, es naturalmente tornadiza en sus opiniones y susceptible de pasar de un extremo a otro. Un hombre de talento, siciliano quizá o italiano, explicando esto mediante una fábula, en lo que era muy entendido, haciendo alusión al hombre, llamaba esta parte del alma un tonel, a causa de la facilidad con que cree y se deja persuadir, y llamaba a los insensatos profanos, que no han sido iniciados. Comparaba la parte del alma de estos insensatos, en la que residen las pasiones, en cuanto es intemperante y no puede retener nada, a un tonel sin fondo, a causa de su insaciable avidez. Este hombre, Callicles, decía, en contra de tu opinión, que de todos los que están en el Hades (entendía por esta palabra lo invisible), los más desgraciados son estos profanos que llevan a un tonel agujereado el agua, que sacan con una criba igualmente agujerada. Esta criba, decía, explicándome su pensamiento, es el alma; y designaba por una criba el alma de estos insensatos para demostrar que está agujereada, y que la desconfianza y el olvido no le permiten retener nada. Toda esta explicación es bastante extravagante. Sin embargo, ella patentiza lo que quiero darte a conocer para ver si puedo conseguir que cambies de opinión y que prefieras a una vida insaciable y disoluta una vida arreglada, que se contenta con lo que se venga a la mano, y que no desea más. ¿He ganado, en efecto, terreno sobre tu espíritu, y volviendo sobre ti mismo crees que los hombres moderados son más dichosos que los relajados; o es cosa que nada he adelantado, y que aun cuando refiera muchas explicaciones mitológicas como ésta no por eso estás más dispuesto a cambiar de opinión?

lunes, 13 de agosto de 2012

LO ESCRITO EN LA PIEDRA...


...PERDURA PARA SIEMPRE

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ENGELS Y EL ORIGEN DE LA PROPIEDAD

            En El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, F. Engels escribe una historia materialista siguiendo los trabajos del antropólogo norteamericano Lewis Morgan. Se propone remediar las falencias de las investigaciones anteriores, que no conseguían dilucidar las relaciones familiares y sociales, ordenándolas “históricamente de modo sucesivo”[1]. Los trabajos de Morgan superan el punto de vista idealista de los antropólogos previos. Su perspectiva idealista se evidencia, por ejemplo, en la creencia de que el derecho paterno había sustituido al derecho materno milagrosamente, es decir, por la intervención de los poderes divinos de Atenea y Apolo[2].
            Los estudios históricos y antropológicos habían distinguido tres formas familiares (aunque no lograron establecer las causas y las relaciones entre ellas): la monogamia, la poligamia y la poliandria. Pero, las investigaciones de Bachofen, si bien no logran superar el punto de vista idealista, demuestran que

“en la literatura clásica griega hay muchas huellas de que entre los griegos y entre los pueblos asiáticos existió en efecto, antes de la monogamia, un estado social en el que no solamente el hombre mantenía relaciones sexuales con varias mujeres, sino que también la mujer mantenía relaciones sexuales con varios hombres, sin faltar por ello a los hábitos establecidos. Bachofen probó que este uso no desapareció sin dejar huellas bajo la forma de la necesidad, para la mujer, de entregarse por un período determinado a otros hombres, entrega que era el precio de su derecho al matrimonio único; que, por tanto, primitivamente no podía contarse la descendencia sino en línea femenina, de madre a madre”[3].

Además, “se hallaron pruebas, cada vez más numerosas, de que entre los pueblos no desarrollados existían otras formas de matrimonio, en las que varios hombres tenían en común varias mujeres; y Lubbock reconoció como un hecho histórico este matrimonio por grupos (Communal marriage)”[4]. Esto aseguró a las mujeres “una posición social más elevada de la que desde entonces acá nunca han tenido”[5]. Por su parte, Morgan descubre que la primitiva gens de derecho materno es una etapa anterior a la gens de derecho paterno de los pueblos civilizados[6].
            El cuerpo principal del libro estudia la evolución de las gens y el surgimiento de los Estados en Grecia, en Roma y entre los celtas y germanos, pero nuestro interés se focaliza en el último capítulo, titulado “Barbarie y civilización”, donde Engels extrae las conclusiones de su estudio referentes a “las condiciones económicas generales que en el estadio superior de la barbarie minaban ya la organización gentil de la sociedad y la hicieron desaparecer con la entrada en escena de la civilización”[7].
            La constitución en gens “responde por completo a las condiciones sociales que la han engendrado”[8], porque permite responder a todos los conflictos que puedan surgir al interior de estas sociedades[9]. “La grandeza del régimen de la gens –concluye Engels- pero también su limitación, es que en ella no tienen cabida la dominación ni la servidumbre”[10].
            Engels describe las condiciones del régimen de la gens y señala que la primera división del trabajo “es absolutamente espontánea: sólo existe entre los dos sexos”. Es decir, sólo hay división sexual del trabajo pero todavía no se ha desarrollado una división social, la que sólo se hará posible con las tribus de pastores[11]. Según esa división sexual, cada uno de los sexos es amo en su dominio y

“cada uno es propietario de los instrumentos que elabora y usa: el hombre, de sus armas, de sus pertrechos de caza y pesca; la mujer, de sus trabajos caseros. La economía doméstica es comunista, común para varias y a menudo para muchas familias. Lo que se hace y se utiliza es común, es de propiedad común: la casa, los huertos, las canoas. Aquí, y sólo aquí, es donde existe realmente ‘la propiedad fruto del trabajo personal’, que los jurisconsultos y los economistas atribuyen a la sociedad civilizada y que es el último subterfugio jurídico en el cual se apoya hoy la propiedad capitalista”[12].

            Engels distingue en este párrafo dos tipos de propiedad: la propiedad de los instrumentos que responde a la división del trabajo y pertenece a cada uno de los géneros (no de los individuos) y la propiedad de “lo que se hace y se utiliza”, que es común a todos en el gens. Los instrumentos de trabajo son propiedad de cada género, mientras que los medios de producción son de propiedad común[13]. En la última parte del párrafo citado, se contradice las tesis de “los jurisconsultos y los economistas” (incluido Locke) que justifican la propiedad privada en el trabajo personal. Engels sostiene, en realidad, un doble cuestionamiento. Por un lado, el anacronismo que supone utilizar una categoría para dos épocas tan distintas (la de una sociedad donde sólo existe una división sexual –natural, espontánea, inmediata- del trabajo y la una sociedad donde se han desarrollado otras divisiones –que se verán más adelante- además de ésta). Por otro lado, el significado del concepto de ‘propiedad del trabajo personal’ cambia completamente en un sistema y en otro. En el régimen de las gens, un individuo no tiene derecho a no trabajar pues no existe nada parecido a la ‘libertad de trabajo’. Tampoco puede disponer a su antojo de los productos de ese trabajo ‘personal’. La crítica de Engels elige bien el blanco porque se dirige contra la base argumentativa de los defensores de la propiedad privada capitalista. Sin embargo, comete un error al sostener que atribuyan esta base ‘a la sociedad civilizada’ ya que, como se vio en Locke, la argumentación se refiere a la naturaleza humana, es decir, a todo hombre, y no solamente al hombre civilizado.
En el régimen de las gens, toda la producción está en función del consumo para la supervivencia y los intercambios de productos son meramente accidentales. Sólo la posterior división social del trabajo generada a partir de la domesticación de los animales en las tribus de pastores hizo posible establecer un intercambio regular de productos[14].

“Al principio, el cambio se hizo de tribu a tribu, por mediación de los jefes de las gens; pero cuando los rebaños empezaron poco a poco a ser propiedad privada, el cambio entre individuos fue predominando más y más y acabó por ser la forma única”[15].

En el mismo proceso “el ganado desempeñó las funciones de dinero y sirvió como tal”[16]. Este es el momento histórico[17] (la última etapa del salvajismo) en el que se introduce la propiedad privada individual, vinculada únicamente a los ganados (no a la tierra[18]).
            Con los “descubrimientos industriales” y el consecuente desarrollo de los ramos de la producción, “la fuerza de trabajo fue haciéndose capaz de crear más productos que los necesarios para su sostenimiento”[19]. Aumentó así la cantidad de trabajo necesario para la producción y se hizo “conveniente” recurrir a la guerra para proveerse de esclavos. “De la primera gran división social del trabajo nació la primera gran escisión de la sociedad en dos clases: señores y esclavos, explotadores y explotados”[20]. De acuerdo con Engels, en este momento histórico aparecen tanto la propiedad privada individual, una mercancía que cumple las funciones del dinero, la primera división social del trabajo y la primera división social en clases.
            Sobre el tránsito de la propiedad común de la tribu o de la gens a la propiedad particular o individual del padre de familia no se ofrecen datos empíricos ciertos. Engels dice que “nada sabemos hasta ahora”[21] sobre estos hechos, lo cual no impide que se formulen hipótesis acerca de cuándo y cómo debió acontecer tal cambio. Según su hipótesis, la aparición de una forma nueva de industria y de riqueza (los rebaños) produjo “una revolución en la familia”[22], porque el excedente generado por su propiedad pertenecía, según la primera división del trabajo, al sexo masculino[23], y ello alteró la primacía que la mujer tenía en el hogar. La división del trabajo se mantuvo, pero las relaciones domésticas se alteraron por completo[24].
            A partir de esta revolución ‘pastoril’ se constituye el poder absoluto del varón, el que se consolida con la introducción del derecho paterno (reemplazando al derecho materno más antiguo) y de la monogamia[25] (que reemplaza al matrimonio sindiásmico). Esta misma revolución afecta y transforma las relaciones de la familia con la gens, ya que la propiedad de los ganados no es común a la gens o a la tribu sino del cabeza de familia[26]. Estas transformaciones conducen a un nuevo estadio de desarrollo (barbarie) caracterizado por el uso del hierro[27] (espada, arado, hacha).
            Los trabajos se hicieron cada vez más especializados conforme la producción se acrecentaba y multiplicaba sus formas. Se produce así la segunda división del trabajo, por la cual los oficios se separaron de la agricultura. La primera división del trabajo es natural, pues se deriva de la diferente conformación anatómica de los sexos y de la función materna privativa de las mujeres (engendrar, dar a luz, alimentar y criar a los hijos). La segunda división del trabajo es, en cambio, derivada de la primera, está mediada por la primera. Esta segunda división del trabajo está directamente relacionada con el saber hacer (arte, tekne) y con la especialización de las funciones. “Al escindirse la producción en las dos ramas principales –la agricultura y los oficios manuales-, nació la producción directa para el cambio, la producción mercantil, y, con ella el comercio”[28].
A la escisión entre libres y esclavos se suma ahora la diferencia entre ricos y pobres. “De la nueva división del trabajo resultó una nueva escisión de la sociedad en clases”[29]. Engels resume las transformaciones que resultan de estos cambios en la división del trabajo en relación con la propiedad, del siguiente modo: “La desproporción de bienes de los distintos cabezas de familia destruyó las antiguas comunidades comunistas domésticas en todas partes donde se habían mantenido hasta entonces; con ello se puso fin al trabajo en común de la tierra por cuenta de dichas comunidades. El suelo cultivable se distribuyó entre las familias particulares; al principio de un modo temporal, y más tarde para siempre; el paso a la propiedad privada completa se realizó poco a poco, paralelamente al tránsito del matrimonio sindiásmico a la monogamia. La familia individual empezó a convertirse en la unidad económica de la sociedad”[30].
A partir de estas transformaciones, Engels describe la evolución sucesiva: densidad de población, confederaciones de tribus, necesidad de jefaturas militares, incentivo de la codicia y de la guerra para el saqueo (la guerra se convierte en una industria)[31]. Engels señala que los organismos de la constitución gentilicia “dejaron de ser instrumento de la voluntad del pueblo y se convirtieron en organismos independientes para dominar y oprimir al propio pueblo”[32]. La causa primera de todas estas transformaciones se encuentra en “el sórdido afán de riquezas”[33].
Todas estas transformaciones condujeron hacia los umbrales de la civilización, en el que se consolidan y aumentan las divisiones del trabajo ya existentes, acentuando el contraste entre el campo y la ciudad, pero que también añaden una tercera división del trabajo, “creando una clase que no se ocupa de la producción, sino únicamente del cambio de los productos: los mercaderes”[34]. Esta división introduce una novedad porque ya no se trata de una clase que surja de la producción sino que es una clase de parásitos no productivos[35] que sólo interviene en el intercambio entre productores, “explotando a ambos”[36]. Con esta clase surge el dinero metálico que se transforma en un instrumento de dominio. Según Engels, esta clase improductiva es la causa explicativa de las crisis comerciales periódicas en las sociedades civilizadas.
Las leyes consuetudinarias de la antigua Atenas y de la antigua Roma sometieron a los deudores a sus acreedores. Con la riqueza en mercancías, esclavos y dinero apareció la riqueza territorial que se fue haciendo hereditaria. El suelo se convirtió en una mercancía susceptible de ser vendida o prendada. “Así, junto a la extensión del comercio, junto al dinero y la usura, junto a la propiedad territorial y la hipoteca progresaron rápidamente la concentración y la centralización de la fortuna en manos de una clase poco numerosa, lo que fue acompañado del empobrecimiento de las masas y del aumento numérico de los pobres”[37].
Como conclusión, destaquemos algunos avances en relación con nuestro objeto de estudio. A la luz de los progresos en las investigaciones históricas y antropológicas, los resultados del derecho natural y de la economía política evidencian su punto de vista abstracto y anacrónico (las ‘robinsonadas’ denunciadas por Marx). Mientras que estas últimas ciencias, siguiendo a John Locke y a Adam Smith, postulan el origen de la propiedad privada en el trabajo personal, las primeras muestran a partir de datos históricos que la propiedad privada se origina en el tránsito de la época salvaje a la barbarie, al mismo tiempo que se crea una mercancía de cambio (ganados) que funciona como dinero y se produce la primera división social del trabajo y la primera división de la sociedad en clases. Estas transformaciones en la base económica de la sociedad explican los cambios en la sociedad familiar (monogamia) y en el derecho (derecho patriarcal).
Estos acontecimientos señalan un corte radical entre los sistemas anteriores y posteriores, y muestran que la propiedad común es originaria y que la propiedad privada no se deriva de la naturaleza del ser humano sino condiciones históricas precisas. Todo ello es de suma importancia, pero puede hacernos perder de vista otro dato muy significativo: estas transformaciones pusieron las bases para una nueva división del trabajo, ya no natural sino social, en la que juega un papel central la especialización del trabajo y el saber de los oficios. Podría decirse que la división social del trabajo (la agricultura y los oficios manuales) distingue el trabajo manual del trabajo intelectual, puesto que en los oficios el valor procede del saber y no meramente del hacer. Engels mismo señala que con esta nueva división del trabajo la producción se despega de la supervivencia y tiene como fin el intercambio. Estos elementos contribuyen a que el trabajo se haga cada vez más abstracto, porque el saber se separa del hacer y el intercambio se separa del consumo para la supervivencia.
Por último, destaquemos la evolución que sufre el valor del trabajo. Sólo en la etapa salvaje el trabajo es algo honroso, que tiene valor y dignifica. Ya en la etapa siguiente, en el período bárbaro, mientras la guerra, la conquista y la rapiña se convierten en valiosas y honrosas, el trabajo se vuelve indigno y propio de esclavos. Esto último no se va a modificar en lo sucesivo, pero el honor del guerrero será reemplazado por la dignificación del mercader: la riqueza (aparentemente) pacífica se contrapondrá cada vez más a la violencia de la conquista y el saqueo. Lo que queda encubierto en esta última etapa es que la dignificación del mercader está mediada por el saber, que caracteriza a la segunda división del trabajo pero que está supuesta y contenida en la tercera (creación de la nueva clase social improductiva de los mercaderes). En la primera división del trabajo, el saber está inmerso en la producción. En la segunda división del trabajo, el saber se separa de la producción pero sigue siendo un saber productivo. En la tercera división del trabajo, el saber separado pertenece a la clase improductiva. Esta abstracción progresiva del saber es análoga a la que señala P. Drucker en el capitalismo[38]: el saber aplicado a la producción (revolución industrial), el saber aplicado al trabajo (revolución en la productividad), el saber aplicado al saber (revolución en la gestión).


[1] Engels, F., El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Barcelona, Planeta-Agostini, 1986, p. 33.
[2] Engels, F., 1986, p. 37.
[3] Engels, F., 1986, p. 37.
[4] Engels, F., 1986, p. 43.
[5] Engels, F., 1986, p. 38.
[6] Cf. Engels, F., 1986, p. 47.
[7] Engels, F., 1986, p. 270.
[8] Engels, F., 1986, p. 271.
[9] Los conflictos exteriores se resuelven por la guerra, reafirmando a los vencedores y aniquilando a los vencidos, sin que pueda admitirse el avasallamiento. Esta forma de organización no existe diferencia entre derechos y deberes ni división en clases. Este descubrimiento permite plantear la pregunta por la base económica de tal sociedad que no admite la división en clases. Las investigaciones de Pierre Clastres siguen esta misma línea de preguntas: Cf. Clastres, P., Investigaciones en antropología política, traducción de Estela Ocampo, Editorial Gedisa, 1a. edición, Barcelona, 1981, pp. 111-116.
[10] Engels, F., 1986, p. 271.
[11] “Las tribus de pastores se destacaron del resto de la masa de los bárbaros. Esta fue la primera gran división social del trabajo” (Engels, F., 1986, p. 273).
[12] Engels, F., 1986, p. 272. Énfasis nuestro.
[13] La diferencia parece clara cuando se refiere a las armas o los cacharros para cocinar. También cuando se menciona la casa donde habitan las familias. Sin embargo, no es tan clara cuando se piensa en los huertos o las canoas, si se tienen en cuenta los datos ofrecidos como prueba. ¿Quiénes trabajaban los huertos o navegaban en las canoas? ¿Quiénes administraban los frutos del huerto o los de la pesca?
[14] Cf. Engels, F., 1986, p. 273.
[15] Engels, F., 1986, p. 274.
[16] Engels, F., 1986, p. 274.
[17] Hay tres grandes momentos en el desarrollo de la historia: el salvaje, el bárbaro y el civilizado. La propiedad privada se origina en el tránsito entre el primero y el segundo. Sería como la culminación del primer momento. Si bien Engels ha intentado utilizar el método dialéctico para comprender la naturaleza (cuando el grado de desarrollo de lo natural previo a lo humano permite sólo una oposición extrínseca y mecánica), ¡no utiliza este método para la comprensión de la historia!
[18] “La tierra cultivada continuó siendo propiedad de la tribu y se entregaba en usufructo primero a la gens, después a las comunidades de familias y, por último, a los individuos. Estos debieron de tener ciertos derechos de posesión, pero nada más” (Engels, F., 1986, pp. 274-275).
[19] Engels, F., 1986, p. 275.
[20] Engels, F., 1986, pp. 275-276.
[21] Engels, F., 1986, p. 276.
[22] Ibídem.
[23] “La mujer participaba en su consumo, pero no tenía ninguna participación en su propiedad” (Engels, F., 1986, p. 276).
[24] Engels extrae consecuencias de esta revolución doméstica: “Esto demuestra ya que la emancipación de la mujer y su igualdad con el hombre son y seguirán siendo imposibles mientras permanezca excluida del trabajo productivo social y confinada dentro del trabajo doméstico, que es un trabajo privado” (Engels, F., 1986, p. 277), lo cual sólo puede desarrollarse con la gran industria.
[25] Esta revolución explicaría el tránsito del derecho materno al paterno, pero no está claro porqué la monogamia expresa mejor el poder absoluto del varón que el matrimonio sindiásmico, en el que el varón no está atado a una única mujer, sino que tiene una esposa principal, pero puede tener otras.
[26] “La riqueza aumentaba con rapidez, pero bajo la forma de riqueza individual” (Engels, F., 1986, p. 278).
[27] “La última y más importante de las materias primas que representaron en la historia un papel revolucionario; la última sin contar la papa” (Engels, F., 1986, p. 278).
[28] Engels, F., 1986, p. 279.
[29] Engels, F., 1986, p. 279.
[30] Engels, F., 1986, pp. 279-280.
[31] En este estadio de la barbarie, la guerra y el saqueo se convierten en las actividades más lucrativas y honrosas, al mismo tiempo que el trabajo deviene algo deshonroso y digno sólo de los esclavos (Cf. Engels, F., 1986, pp. 280-282).
[32] Engels, F., 1986, p. 281. Análogamente, Foucault mostrará que las técnicas de poder disciplinarias se desplazarán desde los grupos minoritarios hacia las clases hegemónicas y finalmente al Estado.
[33] Ibídem.
[34] Engels, F., 1986, p. 283.
[35] Esta nueva clase social no contribuye a revalorizar y dignificar el trabajo, pero adquirió una influencia social proporcional a sus enormes riquezas, “ocupando una posición más y más honorífica” (Engels, F., 1986, p. 283).
[36] Ibídem.
[37] Engels, F., 1986, p. 286.
[38] Cf. Drucker, P., La sociedad poscapitalista, Buenos Aires, Sudamericana, 1996.